IV JORNADAS SOLIDARIAS
SOBRE DERECHOS HUMANOS
Asociación Escuela de Oralidad y Escritura Alonso Quijano
Colaboración de
VERBALINA Escuela de Escritura
Creativa
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A UNA
MULTITUD DESENCAJADA
Nuria
Barea
el embudo se atora en la garganta
que se pinta de azul en submarino
si se deja caer donde el tumulto
en el mar de violencia desatada
va inundándolo todo de egoísmo
las cabezas se vuelven perdigones
que acometen veloces imposibles
y atraviesan sin más los corazones
inundando con sangre los caminos
las pisadas son pasos militares
que carecen de vida ni objetivo
embistiendo a cualquiera que se cruce
aunque seas tan frágil como un niño
despertar es lo único que falta
para que tanto absurdo se divida
en pedazos tan grandes como el alma
por sentir el calor en compañía
y que la soledad se torne pájaro
y que el dolor se vuelva melodía
de un silencio de nube evanescente
de un renacer vestido de caricia
el embudo se atora en la garganta
que se pinta de azul en submarino
si se deja caer donde el tumulto
en el mar de violencia desatada
va inundándolo todo de egoísmo
las cabezas se vuelven perdigones
que acometen veloces imposibles
y atraviesan sin más los corazones
inundando con sangre los caminos
las pisadas son pasos militares
que carecen de vida ni objetivo
embistiendo a cualquiera que se cruce
aunque seas tan frágil como un niño
despertar es lo único que falta
para que tanto absurdo se divida
en pedazos tan grandes como el alma
por sentir el calor en compañía
y que la soledad se torne pájaro
y que el dolor se vuelva melodía
de un silencio de nube evanescente
de un renacer vestido de caricia
HE DESPERTADO
Mamen Gómez R.
He despertado apuñalando
la carne carcelaria, podrida
de ira, agotada de rabia
y amargura desangrada.
Cuatro décadas más cinco años
cuenta una extensa condena,
intacta la celda, poros y venas
prometen
cárcel de carne seca.
AGUA DE LA FUENTE
Carmen Herráiz Yébenes
A la fuente del pueblo
a la que se llegaba por la esquina de la plaza.
A la fuente llegaban
los lugareños con vasijas de barro, cristal y plástico.
A la fuente a por agua
que manaba con fuerza.
A la fuente con ganas
de beber, de saciar la sed.
A la fuente a conversar
con los amigos.
A la fuente a saber de
la vida de los otros.
A la fuente a conocer a
los habitantes y vecinos de la localidad.
A la fuente a notar la
abundancia del chorro que se vierte.
A la fuente a lavarse
las manos, manos que vienen del trabajo, de la faena.
A la fuente marchan las
ovejas con placidez y calma.
A la fuente en el
amanecer y anochecer.
A la fuente, al
corrillo de la fuente… a vivir, porque la vida llama a la vida.
EL AGUA
Luis Mateos Yestera
Las piernas ya no le sostenían pero lo peor era la
sensación de haberse tragado un puñado de arena, la sed era insoportable
pero……..por fin, parece luces una casa. Tras aporrear la puerta un hombre con
la tez marcada por el ardiente sol del desierto le abrió con cierta pausa.
–Por favor tuve una avería en el coche hace mas de doce
horas, este maldito desierto y la soledad de sus carreteras. Me imagino que el
agua por aquí es escaso pero, le pagare lo que me pida necesito beber y llamar
por teléfono.
–Pase dispongo de un pozo que me abastece del agua que
necesito.
Saciada la sed se volvió hacia su salvador.
–Gracias, como le dije le pagare lo que me pida, me ha
salvado la vida y soy un hombre rico.
–¿Acaso pago yo a las nubes para que descarguen su liquido.
Pago al sol para que con su calor evapore el agua hacia el cielo. Pago a la
naturaleza por crear almacenes bajo el suelo dispuestos para abastecerneos. Cómo
entonces le voy yo a cobrar por algo que se nos ofrece gratis y es de todos.
EL ALACRÁN
Ruth Mª. Rodríguez
López
Cuando llegó a la orilla, olía a
sal y a mañana. Estaba chorreando y tenía el cuerpo revuelto, pero había
merecido la pena. Las gaviotas señoreaban en la playa, picando aquí y allá. Eso
le hizo pensar en su bolsa, ¿dónde estaba? No quería que las gaviotas la
destrozasen, en esa bolsa de basura guardaba sus más preciadas pertenencias.
Había cargado con ella durante toda la travesía. La abrazó muy fuerte contra el
ímpetu del mar, pero las últimas olas se la llevaron antes de alcanzar la
arena.
Agudizó la vista y la descubrió
semioculta entre un par de rocas. Poquito a poco, con el cuerpo dolorido, se
levantó y se dirigió hacia ella para cogerla. Fue entonces cuando vio el
alacrán. Aguardaba indefenso debajo de la bolsa de basura. Mierda. Sólo faltaba
esto. Después de los vómitos y del frío, sólo faltaba que lo picase.
Cogió una piedra para matarlo.
Mientras, escuchaba las olas. Cada vibración del mar le regalaba un recuerdo de
lo vivido anoche. Esa ola traía el eterno desarraigo de Ahmed. Aquella llevaba
la imagen de Amina cobijando un bebé del violento arrullo del mar. Pero aquello
no importaba. El alacrán seguía ahí. De pronto el bicho atisbó el peligro y
echó a correr para refugiarse en la bolsa de basura. En su bolsa de basura. Así que levantó la piedra y, con un gesto de
asco, lo machacó. Y lo olvidó.
Después abrió la bolsa. Cogió la
ropa que llevaba, se secó y se vistió, no sin antes revisar la carísima y
diminuta cámara de video. Estaba seca, bien envuelta entre la funda y los
innumerables plásticos acolchados. No había sufrido daño alguno. Más tarde les
daría en los morros a esos memos comprometidos de la redacción. Podían seguir
dedicando su tiempo a informar, a intentar comprenderlos, a ser su voz en
tierra extraña... que siguieran así. Mientras, su reportaje sobre pateras sería
un éxito.
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