Cuando en el amanecer humano
aparecieron los primeros grupos de homínidos sobre este hermoso planeta Tierra,
la vida ya existía millones de años. No había rutas, ni senderos. No había
caminos. El horizonte planetario era una inmensa masa boscosa vegetal,
intercalada con otros paisajes menos frondosos y más inhóspitos, que la
historia geológica y climática había diseñado al compás de las leyes naturales.
Cuando nuestros primeros antecesores
se adentraron en este espacio natural virgen, incólume, el silencio penetrante
de otras especies antecesoras a la nuestra impregnaba el drama natural de la
vida, que se abría paso entre la selección natural de las especies.
En aquellos albores primigenios el
hombre y la Tierra compartían la vida y la muerte, la luz y la oscuridad, y el
agua modelaba el paisaje terrestre y mantenía la vida. Y así cuando los primeros
grupos humanos empiezan a desarrollar su evolución y a descubrir el espacio, se
instalan siempre en torno al agua, recurso natural imprescindible para su vida.
Y en el futuro no habrá población humana alejada de este elemento vital.
Sin embargo, la historia del hombre,
es una historia continua de luchas desde el origen. Primero, por sobrevivir
entre otras especies, posteriormente para dominar a otros grupos humanos y
finalmente para conquistar y utilizar cualquier recurso natural que albergue el
planeta Tierra. Es tal esta obsesión que ya lo ha lanzado a la conquista del
espacio cósmico (diríase que la Tierra se le ha quedado pequeña para sus
aspiraciones y que prevé agotar sus recursos en breve tiempo).
Y en esta historia suicida, no ha
dudado en emplear los métodos o procedimientos que más efectivos fueran para
lograr sus objetivos, aunque estuvieran en contra de la vida humana o de la
vida natural del planeta. Y ha llegado a tal extremo de perversidad en sus
planteamientos en las sociedades actuales, que ha sido necesario marcar unos
límites para no sobrepasarlos, sopena de perder la condición humana que nos
distingue.
Fruto de ello, fue necesario en el
S.XX pasado establecer unos derechos básicos para hombres, mujeres y niños, LOS
DERECHOS HUMANOS, después de sufrir grandes catástrofes humanitarias, para
preservar la condición humana ante la insaciable y desmedida ambición del
hombre.
Este hito fundamental en la historia
del hombre, supuso un antes y un después en la nueva concepción sobre la
condición humana, y marcó el camino a seguir a todos los pueblos y a todas las
naciones del mundo para defender y respetar la vida humana en cualquier
sociedad del planeta en condiciones dignas hacia su bienestar personal y
social.
Los esfuerzos
por revitalizar y cumplir los derechos humanos por todos los gobiernos del
mundo están en continua evaluación y superación. Prueba de ello tenemos los
OBJETIVOS DE DESARROLLO DEL MILENIO, que Naciones Unidas fijó en el año 2000
como ocho propósitos de Desarrollo Humano que todos sus países miembros
acordaron conseguir para el año 2015. Estos objetivos tratan de problemas de la
vida cotidiana que se consideran graves y/o radicales.
Quedan muchos
desafíos por delante en la lucha por promover y mejorar la dignidad, la
libertad y los derechos de todos los seres humanos. Sin embargo, en los dos
últimos decenios se han obtenido progresos importantes. El fuero internacional
en materia de derechos humanos sigue evolucionando y ampliándose para tratar cuestiones,
entre otras, como los derechos de las personas a un medio ambiente limpio, al
agua y al saneamiento. En los últimos
años, el reconocimiento de los vínculos entre los derechos humanos y el medio
ambiente ha aumentado enormemente. Muchos Estados incorporan ahora en su
constitución el derecho a un medio ambiente saludable. No obstante, quedan por
resolver muchos interrogantes sobre la relación entre los derechos humanos y el
medio ambiente, que es preciso examinar.
El agua es esencial para la vida.
Ningún ser vivo sobre la Tierra puede sobrevivir sin agua. El agua resulta
indispensable para la salud y el bienestar humanos así como para la
preservación del medio ambiente. A pesar de ello, cuatro de cada diez personas
en el mundo carecen de acceso a una simple letrina y casi dos de cada diez no
tienen acceso a una fuente segura de agua potable. Cada año, millones de
personas, la mayoría niños, mueren por enfermedades relacionadas con un
abastecimiento de agua, un saneamiento y una higiene inadecuados. Las
enfermedades transmitidas a través del agua o de los excrementos humanos
constituyen la segunda causa de muerte infantil en el mundo después de las
enfermedades respiratorias. Tanto la escasez como la baja calidad del agua y un
saneamiento deficiente afectan negativamente a la seguridad de los alimentos,
las opciones de sustento y las oportunidades de educación, sobre todo las de
las familias más pobres del planeta. Los desastres naturales relacionados con
el agua como inundaciones, tormentas tropicales y tsunamis, tienen una enorme
repercusión en la vida y el sufrimiento humanos. También demasiado a menudo la
sequía golpea a los países más pobres, agravando las situaciones de hambre y
malnutrición.
Más allá de cubrir las necesidades
básicas del ser humano, el abastecimiento de agua y los servicios de
saneamiento, así como el uso que hacemos de los recursos hídricos, son factores
determinantes para un desarrollo sostenible. En algunas partes del mundo, el
agua constituye la principal fuente de energía, mientras que en otras se
desaprovecha casi totalmente su potencial energético. También resulta
indispensable para la agricultura y forma parte de numerosos procesos
industriales y, en muchos países, supone el principal medio de transporte.
Gracias a un mejor entendimiento del conocimiento científico, la comunidad
internacional ha empezado a apreciar en mayor medida los beneficios derivados
de los ecosistemas acuáticos, por ejemplo, en el control de las inundaciones,
la protección contra las tormentas o la purificación del agua. Los desafíos relacionados
con el agua aumentarán significativamente en los próximos años. El Continuo
crecimiento de la población y el incremento de los ingresos conllevarán un
enorme aumento del consumo de agua y de la generación de residuos. La población
de las ciudades de los países en desarrollo crecerá de forma alarmante, lo que
generará un aumento de la demanda muy por encima de las capacidades de los
servicios y de la infraestructura de abastecimiento y saneamiento de agua, ya
hoy en día insuficientes. Según el informe de las Naciones Unidas sobre el
desarrollo de los recursos hídricos en el mundo, en el año 2050, al menos una
de cada cuatro personas vivirá en un país con escasez crónica o recurrente de
agua.
Esta problemática mundial llevó a la
Asamblea General de Naciones Unidas a proclamar en Diciembre de 2003, a través
de su resolución A/RES/58/217, el
periodo 2005-2015 Decenio Internacional
para la Acción “EL AGUA, FUENTE DE VIDA”. El Decenio comenzó oficialmente el 22
de marzo de 2005, Día Mundial del Agua y este año 2013, como saben ustedes,
estamos terminando al año internacional de la Cooperación en la esfera del
Agua.
El
gran desafío del Decenio consiste en dirigir la atención hacia políticas
y actividades proactivas que garanticen a largo plazo una gestión sostenible de
los recursos hídricos, en términos tanto de calidad como de cantidad, y que
incluyan medidas de mejora de saneamiento. Lograr los objetivos del Decenio
requiere de continuo compromiso, cooperación e inversión por parte de todos los
agentes involucrados durante, no solo el decenio 2005-2015, sino más allá. Durante
este decenio la Asamblea General de las
Naciones Unidas , el 28 de julio de 2010, a través de la Resolución 64/292,
reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento,
reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la
realización de todos los derechos humanos. La Resolución exhorta a los Estados
y organizaciones internacionales a proporcionar recursos financieros, a
propiciar la capacitación y la transferencia de tecnología para ayudar a los
países, en particular a los países en vías de desarrollo, a proporcionar un
suministro de agua potable y saneamiento saludable, limpio, accesible y
asequible para todos.
Suficiente. El abastecimiento de agua por
persona debe ser suficiente y continuo para el uso personal y doméstico. De
acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), son necesarios entre 50
y 100 litros de agua por persona y día para garantizar que se cubren las
necesidades más básicas y de salud.
Saludable. El agua necesaria, tanto para el
uso personal como doméstico, debe ser saludable; es decir, libre de
microorganismos, sustancias químicas y peligros radiológicos que constituyan
una amenaza para la salud humana.
Aceptable. El agua ha de presentar un color,
olor y sabor aceptables para ambos usos, personal y doméstico. Todas las
instalaciones y servicios de agua deben ser culturalmente apropiados y
sensibles al género, al ciclo de la vida y a las exigencias de privacidad.
Físicamente accesible. Todo el mundo tiene derecho
a unos servicios de agua y saneamiento accesibles físicamente dentro o situados
en la inmediata cercanía del hogar, de las instituciones académicas, en el
lugar de trabajo o las instituciones de salud. De acuerdo con la OMS, la fuente
de agua debe encontrarse a menos de 1.000 metros del hogar y el tiempo
de desplazamiento para la recogida no debería superar los 30 minutos.
Asequible. El agua y los servicios e
instalaciones de acceso al agua deben ser asequibles para todos. El Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sugiere que el coste del agua no
debería superar el 3% de los ingresos del hogar.
La principal tarea a la que se enfrenta la comunidad
internacional en el campo de los recursos hídricos es la transformación de las
obligaciones contraídas en hechos concretos sobre el terreno, imprescindibles
para el beneficio de las personas, los ecosistemas y la biosfera en su
conjunto.
Promover las oportunidades de cooperación en gestión
del agua entre todas las partes implicadas y mejorar la comprensión de los
retos y los beneficios de esta cooperación contribuyen al respeto mutuo, la
comprensión y la confianza entre los países y promueve la paz, la seguridad y
un crecimiento económico sostenible.
Los temas relacionados con la gestión de los recursos
hídricos deben abordarse a nivel local y nacional así como desde el nivel
regional e internacional más adecuado. Debería involucrarse a todas las partes
implicadas, incluidos el gobierno, las organizaciones internacionales, el
sector privado, la sociedad civil y la académica, poniendo especial atención a
los medios de vida de la población más desfavorecida y vulnerable. Las
decisiones sobre la gestión del agua deben ser compatibles con las políticas de
otros países y viceversa. Las decisiones sociales, políticas y económicas deben
tomarse buscando un equilibrio y una distribución justa de los recursos naturales
y, al mismo tiempo, teniendo siempre en cuenta los límites biofísicos del medio
ambiente.
Movilizar la voluntad y el compromiso político para
abordar el tema del agua en el mundo, es todavía un asunto crucial. Igualmente
importantes siguen siendo un pensamiento progresista y una buena disposición a
considerar propuestas innovadoras a la hora de abordar la cooperación a nivel
local, nacional e internacional. El debate abierto sobre los temas que
determinan nuestros recursos hídricos hoy en día y una fuerte participación
ciudadana en la toma de decisiones, elemento clave en el fortalecimiento de una
buena gobernanza y un clima de responsabilidad y transparencia, contribuyen a
estimular las acciones de cooperación y el compromiso político. Promover una
cultura de consultas y aumentar la capacidad participativa resultará
beneficioso para todos los sectores, también para la gestión colaborativa del
agua.
La historia ha demostrado a menudo que la propia
naturaleza del agua como fuente de vida es un poderoso incentivo para la
cooperación y el diálogo, aunando a las diferentes partes implicadas incluso
con los puntos de vista más divergentes. Cada vez con más frecuencia, el agua
une, y no divide, a las personas y a las sociedades. A nivel internacional, el conflicto por el agua
ha constituido la excepción, no la regla. Echando la vista atrás, en los
últimos 50 años, se ha informado acerca de unos 37 casos de violencia entre
Estados por causa del agua, y la mayoría de los episodios han sido
enfrentamientos menores. Frente a ello, se han negociado más de 200 tratados
relativos al agua, algunos ejemplos como los de Israel y Jordania por el
río Jordán, el del río Mekong por Laos, Camboya, Tailandia y Vietnam, y otros como el Tratado de la Cuenca del río
Indo entre India y Pakistán, han permanecido operativos incluso durante
períodos de conflicto armado.
El agua es crucial para un desarrollo sostenible; el
agua tiene un valor social, económico y medioambiental y necesita ser
gestionada dentro de un robusto marco socio-económico y ambiental que sea
integral. Las correspondientes partes implicadas en la gestión de las cuencas
fluviales tendrán que involucrarse en las decisiones de gestión del agua. Es
imposible mantener la integridad de un ecosistema equilibrado sin una
estrategia global para la gestión de los recursos hídricos. Todos nosotros
compartimos la responsabilidad de proteger los entornos comunes que rodean a
los ríos y las masas de agua asociadas a ellos.
El agua contribuye a paliar la pobreza de muchas
maneras, por ejemplo, a través de los servicios de saneamiento, abastecimiento
de agua, etc. una cantidad y una calidad apropiadas de agua mejoran la salud y,
aplicadas en el momento justo, contribuyen a aumentar la productividad de la
tierra, de la mano de obra y de otros activos. Estos objetivos son asequibles y
costarían mucho menos que suministrar la asistencia sanitaria necesaria para
tratar a las personas afectadas de enfermedades prevenibles causadas por las
malas condiciones de agua y saneamiento. Cada gobierno debería facilitar un
marco legislativo sólido y una estructura de implementación para manejar el uso
de sus recursos hídricos.
Vista pues, esta introducción previa sobre el
significado del agua en la vida del hombre, la ASOCIACIÓN ENCIONARES VIVOS DE
LA MANCHA, quiere contribuir activamente en la Campaña del Decenio “EL AGUA,
FUENTE DE VIDA” a través de un manifiesto sobre el DERECHO HUMANO AL AGUA Y A
SU CIRCULACIÓN NATURAL POR LAS CUENCAS FLUVIALES DEL PLANETA LIBRE DE TODA
AGRESIÓN HUMANA, para que conste nuestro compromiso de cooperación y valoración
de este recurso natural que determina la vida humana en todas las sociedades
del mundo y que es necesario y urgente que:
-Los Gobiernos Occidentales se comprometan inexcusablemente en la
cooperación real y a todos los niveles, para que todos los seres humanos de
este planeta puedan tener acceso al agua y al saneamiento y servicios.
-Que el agua llegue a todas las sociedades sin contaminación alguna, en un
estado de potabilidad adecuado para la salud humana y para el uso de sus
actividades domésticas, agrícolas, industriales, de servicios…
-Que el agua forme parte integrante de los ecosistemas fluviales de todo el
planeta, protegiendo su biodiversidad.
Para ello es necesario un cambio en la cultura del
agua, de los valores del agua, para otorgarle no solo una función de recurso,
sino además y principalmente una función de vida. Porque el gran problema que
tenemos actualmente no es la cantidad de agua disponible en el planeta, sino la
mala salud de esa agua que estamos maltratando, y agrediendo con las malas prácticas
humanas en su uso.
Por tanto consideramos necesario y urgente, como lo indica la Directiva
Marco de Aguas de la U.E.
- Restablecer las masas de agua subterránea y superficiales tanto en su
cantidad como en su calidad para salvaguardar la salud de nuestras vidas.
Tenemos datos estadísticos de 10.000
muertes diarias por contaminación biológica, pero no así de la
contaminación que sufrimos por afecciones toxicas y agro-tóxicas del agua que
más vale ni siquiera imaginar, pero que están ahí y que tenemos que ser
conscientes que las padecemos.
- Volver a recuperar los ecosistemas acuáticos que hemos degradado,
recuperar su estado ecológico inicial de ecosistemas vivos; ello implicará, por
ejemplo, restablecer el caudal ecológico de nuestros ríos manchegos, recomponer
los límites del dominio público hidráulico, porque tendremos que pasar a una
gestión integral de Ecosistema, que garantice la salud de nuestros ríos, lagos,
lagunas… como base fundamental para garantizar el ciclo del agua y volver a
integrarlos como elementos naturales del paisaje. En este ámbito,
desgraciadamente, en nuestro entorno de la Mancha Húmeda, hemos sufrido las
consecuencias de una mala gestión del agua desde la década de los 60 y
actualmente nuestras masas de agua están amenazadas por actividades
industriales como el FRACKING para
conseguir gas del subsuelo con lo cual se contaminarían aún más nuestros
acuíferos, y la construcción de un cementerio nuclear en la misma cabecera del
río Záncara, arteria principal del Acuífero 23, que quedaría expuesta a merced
de las emisiones radiactivas de este dantesco edificio.
- Implantar un desarrollo sostenible que haga posible la utilización del
agua sin alterar los ecosistemas acuáticos del cualquier territorio. En nuestra
zona hay una ley la del Plan Especial del Alto Guadiana, que pretende
desarrollar este principio desde el año 2008, y que está sin desarrollar por
falta de decisión o incapacidad política. Sin embargo, hay que recordar a
nuestros políticos que no hay marcha atrás en estos nuevos planteamientos del
agua, porque afortunadamente los planteamientos prácticos anglosajones que
guían las normativas europeas sobre el agua, han llegado a la conclusión que
maltratar nuestras masas de agua perjudica nuestro desarrollo económico y que
no están dispuestos a seguir con este desastre ecológico, aunque para ellos el
vocablo ecológico lo conviertan en económico. Puro sentido común. Así que más
pronto que tarde deberán acometer el PEAG de una manera decidida porque los
objetivos de la Directiva Marco de Aguas hay que cumplirlos obligatoriamente
todos los países miembros de la Unión Europea.
- Establecer una Gestión Pública del Agua, con una gestión transparente no
mercantilista, que garantice el acceso al agua de todos los ciudadanos en
calidad y cantidad necesaria como derecho humano, pero que una vez que
traspasemos esta utilización del agua, para los diferentes usos humanos tenga
un coste proporcional al valor del bien producido. Y por supuesto, si hubiera beneficio
económico en este proceso, serviría para refinanciar y mejorar las infraestructuras
de todo el Sistema de Gestión del Agua.
- Establecer una conciencia clara en la sociedades de los impactos
negativos de la contaminación del agua para cambiar actitudes, pero unido
siempre a una normativa legal que no deje impune cualquier delito a las aguas
superficiales y subterráneas de los territorios. Porque ello acabará siempre
siendo un desastre para el país que lo padezca.
Por tanto, nos adentramos
a un S.XXI con un reto fundamental, dignificar a los grupos humanos desfavorecidos
de las sociedades pobres y salvaguardar nuestro medioambiente de la amenaza de
la acción humana, que está consiguiendo alterar el equilibrio general del
ecosistema planetario.
Por eso, quizás, en esta sociedad actual, en la
nuestra, en el corazón de La Mancha, después de haber heredado de nuestros
padres y abuelos el don más preciado de la libertad, de la justicia y de la
igualdad, nosotros tengamos que luchar en este nuevo milenio con el mismo
coraje que ellos, para defender y conservar los entornos naturales de nuestros
pueblos para que nuestros hijos puedan disfrutarlos y puedan volver a respirar
un aire más limpio y sano, ver los ríos correr sus aguas limpias, que vuelvan a
brotar los manantiales, que el campo se llene de los viejos árboles que nos han
acompañado a lo largo de nuestra historia… y que el cielo nos alumbre y nos
guíe con su mosaico de estrellas, que nos ha protegido desde el principio de
los tiempos. Un sueño real que nuestros hijos se merecen. Luchemos por ello.
Daniel Mínguez Olivares
Presidente de la Asociación “Encinares Vivos de La
Mancha”
Diciembre
de 2013.